Málaga ciudad europea
La Málaga que se abre al siglo XXI es una ciudad viva, que experimenta el crecimiento en todos los sentidos y que se reconcilia con su lugar en el mundo y en la historia. Su carácter dinámico y emprendedor es la energía que transforma desde dentro la ciudad para posicionarse ante el futuro, pero ahora más que nunca lo hace desde el reconocimiento de su pasado multicultural. Ciudad de contrastes, Málaga ha sido capaz de releerse a sí misma y de afrontar con soluciones los problemas que la aquejaban, para emprender la singladura del nuevo siglo con la esperanza de un nuevo renacimiento.Málaga, ciudad liberal, la primera en el peligro de la libertad, es hoy una ciudad abierta y cosmopolita, cuya idiosincrasia se construye en su propia universalidad. Málaga es por su historia ciudad universal y europea, verdadero anticipo urbano de la diversidad cultural que hoy comienza a caracterizar a las sociedades actuales, pero que en Málaga ya formaba parte consustancial de su patrimonio humano. Málaga es una ciudad europea porque ha construido su propia identidad sobre la diversidad, sobre el respeto al pluralismo cultural y religioso, sobre los valores de tolerancia y de solidaridad, que son propios de la civilización europea. Pero también porque Málaga es signo de modernidad, ciudad permeable a las corrientes artísticas y de pensamiento, cuna de grandes artistas e intelectuales, y foco actual de innovación tecnológica. Y es asimismo ciudad universitaria europea que establece redes académicas por todo el continente.
Los residentes procedentes de Europa, que se han asentado históricamente sobre el territorio malagueño haciendo de éste su tierra, han contribuido a la heterogeneidad de su paisaje humano y a traernos Europa a esta orilla del Mediterráneo. A través de sus gentes Europa está presente en Málaga; y es Málaga uno de esos lugares en los que España se hace más europea, donde más pronto sale al encuentro de Europa. Su diversidad cultural y multilingüe hace de ella un verdadero crisol en el que se reconoce Europa, y en el que los malagueños identifican su identidad propia en un ejercicio permanente de construcción de la cultura. Su relación dialéctica con el entorno, como ciudad europea en la que Europa se encuentra con España, y desde la que ambas también se abren al Mediterráneo y al Norte de África, prefigura otra de sus singularidades culturales, como puente y nexo de mundos distintos, y como lugar de encuentro para el sincretismo y el mestizaje.
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